miércoles, 17 de febrero de 2010

VIVENCIAS COMO SUMISA

Con frecuencia mi Amo hacía un gesto sonoro palmeando su estómago, así me ordenaba apoyar mi cabeza en Él y ocupar la parte de los pies de la cama. A menudo me quedaba dormida allí percibiendo su respiración y notando cómo acariciaba mi pelo. Yo me encogía entonces, para poder encajar mi cuerpo en aquella pequeña longitud, y era feliz, por dormir junto al miembro de mi Amo.
Solía ocurrir que cuando dormía en esta ubicación, en pleno sueño, era despertada bruscamente por la mano de mi Amo, que me cogía por el pelo y tiraba de mi cabeza. Desconcertada por lo súbito del despertar, atontada aún por el velo del sueño, notaba cómo mi Amo llevaba mi cabeza hasta su pene, y allí invadía mi boca. Normalmente las felaciones no consistían en que yo chupase la polla del Amo, sino en que éste se follaba mi boca, violándola incluso.

















Cuando finalmente mi Amo se derramaba dentro de mi boca con una caudalosa embestida de leche tibia y espesa, volvía a tirar de mi cabeza hacia arriba, antes de que llegara a ingerir aquel néctar seminal, entonces me besaba fuertemente en la boca, y ambos compartíamos el semen de mi Amo en un largo e intenso beso. Ésa era una de las maneras que él tenía de decirme cuánto me quería y cuánto me admiraba. Y yo lo sabía, lo que convertía aquel momento en una cresta de la ola de mi felicidad.
Finalmente, Él me permitía quedarme el resto de la noche a su lado, rodeada por sus brazos. Aquello me hacía inmensamente feliz y orgullosa, tanto que sabiéndome protegida por mi Amo caía rendida en su hombro mientras notaba su abrazo, a veces, hasta sus ojos clavados en mi. Cuando despertaba miraba hacia Él y lo encontraba observándome con una sonrisa en su boca, sus ojos de aguamarina brillando, y yo totalmente entregada a mi Amo de nuevo para complacerle y seguir siendo feliz con ello.