jueves, 20 de marzo de 2008

JEJEJEJEJEJE

Que putada jejejejejejej


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jueves, 13 de marzo de 2008

Quiero un sofa como este






Hemos quedado ........

Hemos quedado como cada vez, como siempre, un e-mail, una respuesta, una invitación, una aceptación, un -“¿vamos a cenar”-, un -“si, por supuesto”-. No hace falta decir nada más. Sabemos lo que ocurrirá después, no hace falta mencionarlo, no deseamos que la obviedad nos haga perder el sentido de la improvisación. Aún así… imaginándose la noche mi cuerpo comienza a sentir los arañazos del deseo.



Llego a su casa, la llamo, -“bajo en dos minutos”- me dice y paseo anticipando en mi mente la noche. Imposible, nunca sé lo que va a pasar con ella. Me gusta esta sensación.



Sale del portal con una sonrisa encantadora que hace que me acerque a ella como magnetizado. La beso, me besa. Nuestras lenguas se enredan, se mascan, se lamen, se cruzan, se persiguen y se atacan. Quiero más. Más…-“Dios! Qué placer besar esos labios de promesa y vicio!”



Le pregunto por su día, -“perfecto”- me responde. Y sonríe, de manera amplia para corroborarlo. De su sonrisa también quiero más.



Cenamos, hablamos, reímos, la miro, la deseo…. No hace falta decir mucho, -“tengo ganas de follar contigo”- le digo. Y sonríe, como siempre, entre juguetona y ávida, -“yo también”- me responde. No necesitamos añadir ni una sola palabra.



Vamos hacia el piso, presuroso, ansiosos. Sube delante de mí y contemplo ese culo deseable y deseado. No puedo evitarlo, lo toco, lo aprieto, lo quiero… Ella ríe, tiene cosquillas, -“para”- me dice. Y sigue riendo y subiendo…



Una vez dentro pienso que no quiero hacerlo todo inmediato, prefiero alargar los momentos previos. Olernos, rozarnos. En el sofá, cubiertos con una manta, siento su cabeza apoya en mi pecho, me acaricia, la acaricio, nos besamos lenta e intensamente.



Comienzo a sentir el ansia de tenerla allí mismo, de devorarla, de morderla, de lamerla. La miro y sus ojos me dicen lo mismo. Lentamente, desabrocho la cremallera de sus pantalones, se los bajo, también las braguitas y ella me ofrece su coño, abierto, deseable, húmedo, para mí. Sólo para mí. Me inclino y comienzo a lamerlo. Mi lengua se desliza suavemente al principio, sigo los movimientos de su cuerpo que me dicen al momento que aumente la velocidad, que tiene prisa por salir de ahí y lamo más deprisa, mas intensamente. Noto que se acerca al orgasmo, la oigo gemir y se mueve, se retuerce, explota en un orgasmo salvaje. Lamo el licor que destila y me levanto para besar sus labios, compartiendo su miel.



Ella se incorpora y se sienta. Yo estoy de pie frente a ella. Su mirada de lascivia me avanza lo que sigue… Me desabrocha el cinturón y los pantalones. Acaricia mi polla por encima de los calzoncillos como si fuera la cosa más preciada de este mundo. Sus dedos semejan el movimiento de una pluma. Me baja mi última prenda y acerca sus labios, entresaca la punta de carne rosada y comienza de pasearla por mi capullo, con ligereza, como si estuviera lamiendo algo sumamente delicado. Intensifica los movimientos, abre más la boca y la va introduciendo lentamente – “Diossssss! Qué placer…”- pienso, me deshago. Mueve sus labios rítmicamente, me eleva, me acerca, me transporta pero no quiero correrme todavía… Así no…. La detengo, he de tenerla a ella, ahora, toda. La tiendo en el sillón y la penetro salvajemente. Aullamos y nos perdemos en un orgasmo épico que nos deja momentáneamente derrotados.

Pero seguimos habrientos, no podemos parar. Con ella no puedo parar.. Me siento en el sofá y ella lo hace sobre mí, de espaldas. Y cabalga y la entreveo subir y bajar, cada vez más intensamente deseo esas bajadas abruptas quem e hacen perder el sentido, y sube y baja y me corro y se corre…



Quiero más, mucho más pero necesitamos más comodidad, más amplitud. Besándonos y acariciándonos nos dirigimos al dormitorio. Terminamos de desnudarnos y hago que se tienda en la cama. La miro…. – “Qué cuerpo tan deseable!”- casi lo digo en voz alta. Me arrodillo delante de ella y deseo volvérmela a comer. Vuelvo a lamer y a succionar su fuente de placer. Se estremece, se desboca. Uno, dos, tres orgasmos y mi cara cubierta de sus jugos, de sus deliciosos jugos me dice que ha disfrutado.



Me incorporo y volvemos a abrazarnos, a arañarnos, a follar salvajemente como si fuera lo único y volvemos a corrernos.



Después llega la calma, el cuerpo necesita reposo, descanso. Nos abrazamos, nos cubrimos y nos vence el sueño.